lunes, 30 de julio de 2012

Olimpia, el origen de los Juegos



     Los Juegos Olímpicos (Olympiakoi Agones) tienen su origen en la ciudad de Olimpia, en Grecia, donde las distintas ciudades estados se enfrentaban en diversas pruebas atléticas. Sus comienzos nos sitúan en el 776 a.C. y se conoce su celebración hasta el 393 d.C. Cada 4 años, o cada "olimpada", tenía lugar este evento favorecido por una paz olímpica para la seguridad de los atletas y el numeroso público que se citaba en Olimpia. Entre junio y Agosto, se situaba el período escogido para los Juegos Olímpicos en la ciudad que albergaba el santuario más importante de Zeus, en el valle del Alfeo, entre cuyos valores estaban la manifestación religiosa, el desarrollo del cuerpo y el alma, la amistad entre pueblos y sobre todo la unidad de los Helenos. El evento comenzó a obtener gran importancia social, hasta el punto de encontrarse en un parón de la vida privada y los trabajos, dejando la dedicación absoluta a los juegos, que conseguía reunir a todos los griegos incluso de lugares alejados de Olimpia. La sensación de unión y hermandad reinaba en los días de celebración, donde el contacto entre estados solo emergía en señas de amistad, presididas por una tregua que obtenía carácter sagrado.

     Los primeros juegos consistieron en una fiesta local en el santuario de Zeus. Pero con la instauración de la paz olímpica, la llegada de griegos emigrantes supuso un aumento considerable entre el público asistente. Por lo que se formó la Bulé de Olimpia, que actuaba a modo de Consejo Olímpico para organizar el evento además de controlar los gastos e ingresos del tesoro de Zeus. Dentro de la organización encontramos los hellanódicas, jueces de las pruebas y los theócolos, sacerdotes encargados de los templos, altares y llevar a cabo los sacrificios en honor a los dioses. Las normas de las Olimpiadas estaban grabadas en tablas de bronce guardadas en la sede del Senado Olímpico, entre ellas están la obligación de ser griego libre para competir y la curiosidad de hacerlo en completo desnudo.

    Un año antes de que diera comienzo los Juegos, los atletas interesados comenzaban a entrenar en sus respectivas poleis, hasta que un mes antes todos se dirigían a Elis, ciudad vecina de Olimpia. En las vísperas del evento, jueces, atletas y familiares marchaban hacia el altar de Zeus, donde tenía lugar el juramento Olímpico por el que se comprometían a respetar las normas. Los juegos comenzaban con un concurso de heraldos y trompeteros, más tarde se les uniría competiciones musicales. El día siguiente abría paso para las competiciones entre los jóvenes. La prueba más emocionante de los Juegos tenía lugar el tercer día. En el estadio Olímpico se daban lugar los agones hípicos, donde los aurigas demostraban su destreza en carreras entre cuadrigras, tiradas por cuatro caballos, o bigas si eran dos los animales que corrían por cada carro. Además de las pruebas ecuestres, se disputaba el pentatlón, prueba por excelencia de los Juegos, donde se disputaban carreras, saltos de longitud, lanzamiento de disco, de jabalina y lucha. El que se imponía en todas estas pruebas era considerado rey de todos los campeones. El cuarto día de los Juegos Olímpicos era el más importante desde el punto de vista religioso, donde el ritual en honor a Zeus destacaba por el sacrificio de hasta 100 bueyes en su honor. Al quinto día le correspondía las pruebas del díaulo, una carrera de ida y vuelta a lo largo de un estadio de distancia (192 m); el dólico, donde se veían carreras de velocidad desde los 1500 metros hasta los 4600, dejando ver la auténtica resistencia de los competidores. Además de los agones atléticos, ese mismo día, tenía presencia los agones luctatorios en los que encontramos la lucha, que consistía en derribar al oponente; el pugilato, antepasado del boxeo, ya que solo se podía usar los puños; y el pancracio, la prueba más brutal en la que todo valía, y finalizaba con la rendición de un luchador o incluso la muerte. Este nutrido quinto día, finalizaba con la hoplitodromía, donde a modo de preparación para la guerra, los competidores recorrían entre 384 y 768 metros de distancia portando una armadura. En el sexto y último día, el cierre de los juegos consistía en la entrega de premios para los ganadores. Premios, lejos de obsequios materiales, consistían en honor y gloria para los vencedores. Y el derecho del campeón en todas las pruebas del pentatlón de colocar su estatua en el templo de Zeus.
Los atletas ganadores, eran recibidos en sus ciudades como auténticos héroes. 


4 comentarios:

  1. interesante artículo sobre todo en época de juegos como en la que estamos,

    qué autor antiguo describe los juegos con precisión? Gracias.

    Un saludo!!

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    1. Gracias! me alegro que te interese. Y bueno, ante todo sinceridad, no conozco autores que describan los juegos antiguos. Cosas de un principiante como yo. Esta vez no puedo ayudarte. Sorry :)

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  2. No puedo sino reafirmarme en todo lo que dije. Grecia somos todos, pues nos lo heredaron todo, cultivando todas las ramas del saber. El mayor premio a la competición y al sacrificio nacido en la hermosa Olimpia. Objetivo: Descubrir quién era el mejor!!

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